jueves, 28 de julio de 2011

CONSTRUCCIONES EN CHINA


  • Cuando llegamos a Beijing, y después en Shanghai, algunos pensábamos que la arquitectura moderna de China tan sólo se dejaba guiar por los patrones occidentales –que ya conocíamos-, obviamente alejados del Feng Shui y la arquitectura tradicional. Al principio, esto era una creencia sólida, pero con el paso de los días pudimos constatar cómo la permanencia entre grandes edificios no sólo no nos cansaba y estresaba -como estábamos acostumbrados en nuestras ciudades de origen-, sino que nos estimulaba gratamente. Era una paradoja: en la ciudad de Shanghai la vitalidad no ha sido excluida a pesar de estar siendo construida con materiales modernos, electromagnetismo y verticalidad. Después supimos, por la explicaciones de maestros de Feng Shui, que el centro moderno de la ciudad –donde se encuentran las sedes del gobierno municipal, el partido comunista y el museo de historia-, había sido planteado con un diseño de Feng Shui. Los edificios de Shangai se recrean en la diversidad de formas –mayoritariamente suaves, simétricas y armónicas-, incluyen el flujo de agua en enormes fuentes, el universo vegetal está presente en grandes parques –incluso en jardineras con plantas en las grandes vías y cinturones-... una noche, la Luna se paseaba por el horizonte urbano y, sin embargo, había en aquella lejanía un eco de naturaleza viva.


    “Hacer que el viento y el agua se conviertan en energía vital mediante nuestra intervención…”, nos dijo el verano pasado, en las montañas del Wudan, China, el médico taoísta Gao Shen, en respuesta a una definición breve y sencilla de los que es el Feng Shui, sin duda nos confirma que esta disciplina es, esencialmente, una forma de ver el mundo en torno a pautas de energía.En este viaje, organizado por El Taller del Hábitat, en julio del 2004, pudimos sumergirnos en gigantescos diseños de energía trazados, desde hace miles de años, con los principios del Feng Shui. Es válido afirmar que uno no entiende con precisión el significado de la dimensión “grande” hasta que pone los pies en lugares como La Gran Muralla, la Ciudad Prohibida, el Templo del Cielo, los templos del Wudanshang o el propio crecimiento de una ciudad tan moderna como Shanghai. Desde esa gran dimensión, pudimos percibir el intento de los antiguos geomantes: su capacidad para influir en espacios de bastas dimensiones; su integración con la fuerza acumulada de las montañas y la vegetación en edificaciones sobre relieves rocosos potenciando nódulos energéticos de extraordinaria vitalidad, abriendo vías energéticas hacia el Cielo o a los cuatro puntos cardinales.








    En este fascinante viaje contamos con la mirada compartida y atenta de quien lleva una década viviendo y observando el viejo país del Centro desde el legado de su país de origen y del país que lo acoge, se trata de Josep Giró, -que más que un guía fue un puente cultural- a quien le escuchamos decir en varias ocasiones la frase ¨en China las cosas no son lo que parecen”. Así nos motivó a hacer descubrimientos de gran alcance en pocos días, por citar tan sólo dos: en la Gran Muralla y Shangai.
  • Más allá de la mera función defensiva con la que se le relaciona a la Gran Muralla, desde un nuevo ángulo era curioso ascender sus grandes rampas de desnivel sin demasiado esfuerzo; o ver cómo las piedras que formaban aquella maravillosa espina dorsal, en realidad, recorrían con todo respeto el relieve natural de las crestas de las montañas, y cómo en cada cumbre o elevación se erigía una torre perfectamente orientada hacia las direcciones cardinales. Después de explorar en grupo un tramo de la muralla, de realizar mediciones energéticas, llegamos a acariciar la idea de que, quizás, aquella serpenteante construcción de más de 6000 kilómetros, podía haber sido la deliberada constitución de un meridiano cosmotelúrico, la fuerza de un dragón gigantesco que todavía en estos tiempos sobrevuela los impulsos del la China moderna.

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